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Alcanzar un uso racional de la energía es un objetivo complejo en el que es necesaria la colaboración de las diferentes partes de la sociedad, ya que la eficiencia energética afecta a todos los sectores.
Las políticas de ahorro y eficiencia energética, tanto las iniciadas en el sector público como en el privado, son horizontales y están interrelacionadas con todo, lo que en ocasiones dificulta su implantación al ser necesario tener en cuenta múltiples aspectos.
Actualmente, estas políticas se centran principalmente en tres sectores por su gran consumo de energía y su potencial de ahorro:
• Industrial: responde muy activamente a las medidas orientadas a ahorrar energía. Es un sector gran consumidor pero consciente de las ventajas que la eficiencia energética le puede aportar, especialmente, la mejora de la competitividad.
• Edificación: posee un gran potencial de ahorro en alumbrado y climatización, tanto en edificios del sector terciario como viviendas. En este caso, es especialmente importante la información y concienciación de la población, ya que el consumo en los hogares representa entre el 15 y el 20% del consumo total del país.
• Transporte: supone un 40% de la energía que se consume por lo que debe ser prioritaria la implantación de medidas relacionadas con la movilidad alternativa: como pueden ser los vehículos eléctricos u otras tecnologías como el gas natural o los GLP.